JOSÉ BELTRÁN NAVARRO, JOSÉ BOROBIO OJEDA y REGINO BOROBIO OJEDA. 1940. ISABEL LA CATÓLICA, 2
Los antecedentes
En 1934 y 1935 la “Cámara de Comercio” organizó sendas ferias de muestras en recintos provisionales. La guerra interrumpió la celebración de este tipo de certámenes pero no acabó con la idea de su oportunidad. Ya en 1939 la “Comisión de Propaganda de la Feria de la Cámara de Comercio” inicia las gestiones para reanudar su puesta en práctica, pero ahora con dos novedades importantes: la primera, que su carácter pasara de regional a nacional (cosa que se logró a partir de la edición de 1943); la segunda, que se dispusiera de un recinto propio y permanente.
Para materializar sus objetivos, la “Cámara de Comercio” adquirió unos amplios terrenos en la zona sur de expansión de la ciudad, muy próximos a la entrada principal del “Parque de José Antonio Labordeta». Por entonces, la zona está prácticamente sin edificar, aunque en los siguientes años se construirán el hospital general de la ciudad, la editorial “Luis Vives”, edificios de viviendas y el campo de fútbol municipal. Será precisamente la “Feria de Muestras” la que ejercerá la función de actuar de polo de atracción para futuras actuaciones.
La “Cámara de Comercio” encarga el diseño al equipo constituido por Regino Borobio, José Borobio y José Beltrán, quienes elaboran el proyecto de las primeras construcciones en 1940. Entre estas figuran las dependencias de la “Cámara de Comercio” y zona expositiva más próxima; poco después se levanta la torre, verdadero icono de la “Feria”. Con el paso de los años, durante casi dos décadas, se irán incorporando nuevas instalaciones, fundamentalmente naves para albergar los productos expuestos en las ferias.
Construcciones representativas
La zona principal de la “Feria de Muestras”, de carácter permanente, es la que incluye el vestíbulo de acceso, dependencias de la “Cámara de Comercio” y la torre. Se sitúa en uno de los ángulos del recinto, el más próximo a la avenida de Isabel la Católica y frente a la entrada del “Parque de José Antonio Labordeta». Esta zona representativa es resuelta por los autores con un planteamiento moderadamente “moderno”, utilizando el ladrillo a cara vista y las referencias a la arquitectura histórica local, pero dándole al conjunto unas volumetrías y formas (como los arcos de acceso) de una limpieza de trazo mucho más contemporáneo.
Mención especial merece la torre, una de las imágenes más representativas de la Zaragoza de la segunda mitad del siglo XX. La clara referencia a las torres mudéjares aragonesas se une a la función real y simbólica de faro, que ubica la “Feria” en el entorno urbano. El ladrillo es el material constructivo dominante, dispuesto a base de una sencilla decoración de cuadrícula. La zona superior contrasta por su resolución limpiamente acristalada que ayuda a resaltar el aire moderno que quiere conferirse a unas instalaciones que, en definitiva, tienen que hablar de una institución y una ciudad capaces de respetar la tradición pero también de buscar el progreso y el avance tecnológico.
Espacios expositivos
La mayor parte del recinto de la “Feria de Muestras” estaba dedicado a los espacios expositivos propiamente dichos. Entre ellos había instalaciones permanentes junto a otras provisionales, interiores y exteriores. Esta zona de la “Feria de Muestras” fue creciendo, progresivamente, según aumentaron las necesidades y se diversificaron las muestras celebradas a lo largo del año.
Dentro de la heterogeneidad de las construcciones levantadas en este área de la “Feria de Muestras”, lo funcional dominaba sobre lo representativo. La capacidad, flexibilidad y accesibilidad dieron lugar a instalaciones de carácter eminente práctico y desornamentado.