Isabel la Católica, 12

SATURNINO CISNEROS LACRUZ y JOSÉ ROMERO AGUIRRE. 1970. Isabel la Católica, 12

En 1970 aparece con fuerza en el panorama arquitectónico zaragozano la figura de Saturnino Cisneros Lacruz. Sus inicios están vinculados a la figura de otro profesional del momento, José Romero Aguirre, con quien lleva a cabo diversos trabajos relacionados con instituciones religiosas durante aquel mismo año.

El edificio de viviendas de Isabel la Católica 12 es su primer proyecto conjunto dentro de esta tipología constructiva.

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Un ejemplo de arquitectura para las nuevas zonas de expansión

En el año 1961 se aprobó el “Plan Parcial Polígono Gran Vía”, que pronto recibiría el nombre de “Polígono Romareda». Con la avenida de Isabel la Católica como vía de referencia, la zona contaba desde el principio con buenos equipamientos (como la “Feria de Muestras” o el hospital “Miguel Servet») y comunicaciones con el centro de la ciudad, lo que favoreció que fuera rápidamente percibida como una zona de expansión urbana de calidad.

Se adoptaron el bloque y la torre como modelos edificatorios para el polígono, con rígidos criterios constructivos en cuanto a alturas y disposiciones. Estas incluían la edificación en amplias manzanas cuadradas que daban lugar a espaciosas zonas verdes. A este modelo de torre, de planta baja y doce plantas más alzadas, es al que se ajustó el proyecto de Romero y Cisneros.

Como es característica común al trabajo de José Romero y Saturnino Cisneros, en el edificio se huye del artificio y lo puramente formal, para apostar por una arquitectura en la que tanto formas, como espacios y materiales están pensados para facilitar de forma sostenible su función, en este caso la residencial. De ahí que la aparente dureza que transmite en un primer momento su observación, pronto se ve matizada por la manera en que se produce el escalonamiento de los volúmenes, su orientación volcada hacia la avenida o el tratamiento de la iluminación en los balcones, convenientemente filtrados.

Se trata, en definitiva, de una arquitectura en la que prima lo humano y lo funcional sobre lo aparente, y que demuestra, por tanto, que la construcción masiva o en altura no está reñida necesariamente con la calidad.

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