REGINO BOROBIO OJEDA. 1931. PASEO DE RUISEÑORES, 20
La arquitectura “cubista” en la obra de Regino Borobio
El proyecto de vivienda unifamiliar para Pedro Hernández Luna está firmado por Regino Borobio Ojeda en agosto de 1931. Se trata de su obra más próxima a la estética “cubista” de los seguidores de “L’Esprit Nouveau”. Sin embargo, no es una obra descontextualizada en su producción. El interés de Regino Borobio por la vanguardia europea venía siendo una constante en sus últimos años y había resultado evidente en trabajos como la “Hermandad del Refugio” o la “Caja de Previsión Social de Aragón” de apenas dos años antes, si bien en aquellos casos, la influencia de la vanguardia no era de raíz racionalista.
En aquel mismo año 1929, Regino Borobio había proyectado el Pabellón de la Confederación Hidrográfica del Ebro en la Exposición Internacional de Barcelona, en una línea cada vez más depurada volumétricamente.
Regino Borobio fue no sólo un gran arquitecto, sino que también fue un profesional de su tiempo, bien informado a través de las revistas especializadas y de sus viajes por otros países. Por tanto es lógico que influyeran en él las ideas de la arquitectura internacional más avanzada y que no le pasaran desapercibidos acontecimientos como la construcción del “Rincón de Goya” o la creación del GATEPAC, que tuvo lugar en la ciudad de Zaragoza apenas unos meses antes de su proyecto para este chalé de Pedro Hernández Luna.
Aunque se ha destacado en alguna ocasión que no es un proyecto estrictamente “cubista”, la forma como Borobio desarrolla el edificio en volúmenes puros, armoniosamente integrados, resuelve los grandes ventanales, remata en terraza, utiliza los elementos ornamentales y emplea el color en tintas planas fuertemente contrastadas (rojos, azules, blancos y tierra) permiten considerar al chalé de Pedro Hernández Luna, como la mejor expresión de la arquitectura racionalista zaragozana dentro de la tipología de vivienda unifamiliar, por encima de otros ejemplos como la vivienda del doctor Horno, de Fernando García Mercadal, o el chalé de Matías Bergua, de Rafael Bergamín.
Una obra de madurez
El chalé de Pedro Hernández Luna fue una obra de madurez, en la que Borobio se muestra riguroso a la hora de aplicar los principios de la nueva arquitectura, tanto en la composición de los volúmenes exteriores (con aciertos asombrosos que preludian la arquitectura de décadas muy posteriores), como en la distribución espacial o en los detalles interiores.
En este sentido la forma como se resuelven los espacios, tanto en altura como en las diferentes plantas, es armoniosa y funcional, atendiendo al criterio de utilidad tan importante en la nueva arquitectura.
La influencia de José Borobio en el “racionalismo” de Regino Borobio
Mención muy especial merece el diseño de los interiores de la casa Hernández Luna. En ellos tuvo una importante intervención el hermano de Regino, José Borobio Ojeda. En numerosas ocasiones la historiografía ha atribuido a la influencia de José el giro de la arquitectura de Regino hacia las formas racionalistas. Incluso, se ha interpretado el chalé de Hernández Luna como una muestra evidente de esta influencia de José.
Sin embargo, resulta conveniente matizar esta observación con varias consideraciones. La primera es que, como ya hemos visto, Regino Borobio era, a la altura de 1931, un arquitecto maduro, ampliamente informado y en el que se manifestaba una tendencia progresiva hacia las formas de la arquitectura “cubista” o “tectónica”. Como profesional formado en las primeras décadas del siglo XX, aún pervive en él el concepto “ecléctico” que le lleva a entender el proyecto arquitectónico como un ejercicio de estilo formal. Sin embargo, su proximidad a los principios de la “Generación del 25”, su gusto por la depuración formal y su interés por la arquitectura más vanguardista, son evidentes y se van acentuando en la década de los años 30.
El chalé de Hernández Luna no es una excepción, por su propuesta racionalista, en la arquitectura de Regino Borobio, aunque sí lo es en su tipología de vivienda unifamiliar, tan adecuada para el desarrollo de los principios del Movimiento Moderno.
Consta que José influyó, y mucho, en la obra de su hermano. Pero por entonces, recién titulado, su trabajo consiste más en el diseño de los interiores, en los detalles, que en la concepción general del edificio, lo cual sigue siendo función de Regino como lo prueba, entre otras cosas, el hecho de que fuera el único firmante del proyecto.
Por desgracia, el chalé de Pedro Hernández Luna ha seguido el mismo proceso de degradación arquitectónica que la mayor parte de los edificios de la vanguardia constructiva del primer tercio del siglo XX en Zaragoza. Su ampliación y transformación en clínica ha arruinado la que podría considerarse una de las joyas de la arquitectura del Movimiento moderno en la ciudad.
(Fotografías: Estudio Borobio)