ANTONIO RUBIO MARÍN. 1926. PASEO DE LA INDEPENDENCIA, 33
Una solución constructiva al solar del Teatro Pignatelli
El derribo del antiguo “Teatro Pignatelli” ofreció la oportunidad de construir dos edificios de servicios que Zaragoza venía requiriendo desde hacía tiempo: “Correos y Telégrafos”, y “Teléfonos”. El solar se situaba en uno de los extremos del paseo de la Independencia, ya muy próximo a su confluencia con la plaza de Aragón.
El edificio de “Correos y Telégrafos” fue encargado al arquitecto afincado en Madrid Antonio Rubio Marín, quien planteó una construcción de gran potencia volumétrica y fuerte inspiración mudéjar. Como en tantos otros ejemplos de la época, la utilización de formas historicistas tienen poca relación con lo local. No hay que ver en esta construcción ningún afán de continuidad con el Regionalismo practicado en la ciudad por Ricardo Magdalena, Félix Navarro o José de Yarza. Se trata más bien de un Neomudéjar descontextualizado y que tiene su origen en ejercicios de estilo académicos y no en el conocimiento de la arquitectura zaragozana o aragonesa en general.
Un historicismo algo forzado
Exteriormente el uso del lenguaje Neomudéjar en lo formal y la utilización masiva del ladrillo y la cerámica en lo material son, junto al exuberante repertorio ornamental, lo más destacable. Sin embargo, en su frente principal al paseo el resultado encaja con dificultades con el obligatorio empleo de los porches.
En el interior, Antonio Rubio mantiene el tono historicista, algo más ecléctico, sobre todo en el patio central de doble altura, también de una abundancia decorativa llamativa.
Sorprende esta decisión del arquitecto en cuanto al planteamiento historicista de la sede “Correos” cuando, casi de manera simultánea, se mostrará mucho más moderado en el cercano edificio del “Gran Hotel” de la calle Costa. Pese a ello, no debe entenderse este edificio como muestra de una manera ya superada de entender la arquitectura. Aunque es inevitable compararlo con el colindante edificio de “Teléfonos”, mucho más moderno en su diseño, el Historicismo seguía siendo a la altura de 1926 una tendencia constructiva viva y pujante que tenía en este tipo de construcciones públicas un medio de expresión casi perfecto.
(Fotografías: Manuel Coyne, Antonio Passaporte y Juan Mora Insa)