JOSÉ MARÍA MATEO SOTERAS y JUAN CARMONA MATEU. 1975. GOYA, 87-89
Una nueva forma de entender la arquitectura
Juan Carmona y José María Mateu son dos arquitectos pertenecientes a la generación que se titula en la década de los años 60 y alcanza su madurez profesional en los 70.
Ambos colaboran con frecuencia, entre sí y también con otro arquitecto de la misma generación, Saturnino Cisneros Lacruz (titulado el mismo año, 1967, que Juan Carmona).
Aunque sin formar un grupo establecido, entre ellos se va definiendo en la ciudad de Zaragoza una forma de entender y ejercer la arquitectura con muchos puntos en común, incluyendo el rechazo a la arquitectura masiva y despersonalizada que prima en el momento.
Apuesta por el diseño en un entorno complicado
La avenida de Goya presentaba desde sus orígenes una serie de elementos condicionadores para su morfología arquitectónica. En primer lugar, su situación próxima a una zona de fuerte implantación industrial y de servicios en torno a la estación ferroviaria del “Campo del Sepulcro” (posteriormente del “Portillo”). En segundo, la propia presencia de la trinchera del trazado inferior de las vías del ferrocarril, que dividía drásticamente los dos laterales de la avenida.
El resultado venía siendo una arquitectura generalmente de poca personalidad, salvo en la confluencia en la Gran Vía: edificios de viviendas o servicios con predominio del ladrillo y una preponderancia de lo funcional.
El inmueble que proyectan Juan Carmona y José María Soteras rompe con esta monotonía. Aunque está situado entre medianiles -lo que limita su capacidad expresiva- la articulación de la fachada en dos volúmenes separados por el cuerpo de chimeneas que la divide verticalmente, así como el juego de volúmenes logrado mediante el volado de dos cuerpos de balcones, confieren al conjunto un dinamismo muy marcado. El material predominante es el hormigón, con un uso de concepto brutalista, que queda matizado en su dureza por la utilización generalizada de celosías en los huecos.
En muchos sentidos el edificio de Goya 87-89 recuerda al de Isabel la Católica 12, que unos años antes construyeron José Romero y Saturnino Cisneros. El paralelismo, lógico teniendo en cuenta la relación profesional entre los arquitectos de uno y otro edificio, se refiere tanto al diseño espacial como al planteamiento de la fachada y el uso de los materiales. Sólo la diferente disposición del solar, exento en el caso de Isabel la Católica, marca diferencias significativas.
(Fotografía: Autor)