FRANCISCO ALBIÑANA CORRALÉ. 1916. DON JAIME I, 35

Un encargo oportuno

En el mismo centro de la trama urbana histórica de la ciudad, en el encuentro entre las calles de Don Jaime I y Espoz y Mina, se levanta este impresionante edificio de viviendas propiedad de dos prestigiosos radiólogos zaragozanos: los hermanos Ángel y Víctor Marín Corralé.

Cuando recibe el encargo, Francisco Albiñana reúne juventud y experiencia profesional, y se encuentra ante un proyecto con disponibilidad presupuestaria y sin condicionantes formales. Gracias a ello, Albiñana concibe un edificio maduro, muy bien compuesto y equilibrado, pleno de detalles exquisitos y en el que el gusto vienés, por el que se sentía tan atraído, predomina formalmente.

La fachada se caracteriza por un desarrollo en altura muy armónico con amplio zócalo, que comprende la planta calle y principal, tres plantas intermedias y un remate en sotabanco. Pero esta composición tan clara y clásica, se anima de forma espectacular a partir del protagonismo ejercido por la esquina, que arranca con un generoso mirador acristalado y que, jugando con el triple hueco de los pisos centrales, culmina con un torreón cupulado de delicado diseño. Las fachadas a las calles de Don Jaime I y Espoz y Mina son un alarde de sabiduría compositiva gracias a la variedad y adecuada disposición de los miradores y balcones de diverso trazo que alegran y dan ritmo, a la vez que potencian el desarrollo vertical que termina en el templete.

Interiormente, el edificio mantiene su calidad tanto lo ornamental, como en los espectaculares pavimentos de “Escofet» diseñados por Doménech y Montaner, como en lo funcional (sólo tres viviendas por planta, ascensor, patios que dan luz a todas las habitaciones, cuartos de baño…). Pero el detalle más sorprendente del inmueble era el jardín con un pequeño estanque de la terraza, donde el torreón del remate volvía a adquirir un protagonismo inesperado.