JOSÉ MARÍA VALERO SUÁREZ y RUDOLF BERGEMANN. 1988. GLORIETA DE AZNÁREZ, S/N
La solución a un problema de siglos
La plaza de toros de Zaragoza es una de las más antiguas que, con carácter estable, se construyeron en España. Sus orígenes se remontan a 1764 y desde entonces venía arrastrando el problema de la cruda climatología de la ciudad, sobre todo en coincidencia con las fiestas patronales del Pilar a mediados de octubre. Las consecuencias eran suspensiones de festejos, incomodidades para los espectadores y los lógicos problemas de gestión de la plaza.
En la segunda mitad de los años 80, el empresario Arturo Beltrán promueve la idea de instalar una cubierta que permita solventar estos inconvenientes. Del proyecto se encargan el ingeniero alemán Rudolf Bergemann (quien ya había participado en la cubierta del “Estadio Olímpico” de Múnich de 1972) y el arquitecto zaragozano José María Valero Suárez.
La estructura que idean, y que quedará inaugurada durante la feria del Pilar del año 1990, consiste en una parte fija que cubre los tendidos y otra móvil, situada sobre el ruedo. Esta última está realizada en teflón y nervios de metal, y es capaz de abrirse o cerrarse en apenas unos segundos según sean las circunstancias climáticas.
Este sistema de cubrición fue original y convirtió a la plaza de toros de Zaragoza en la primera de toda España en contar con una cubierta de estas características.
(Fotografías: cabecera, arquitextil.net; texto, superior, eltorodelajota.com, inferior, Heraldo)