LUIS GUTIÉRREZ SOTO. 1931. AVENIDA DE NAVARRA, 72
Del Mediterráneo a Canfranc
La línea ferroviaria de Zaragoza a Caminreal fue construida entre 1913 y 1933 (comenzaría su explotación comercial el 2 de abril de 1933) como parte del gran proyecto de unión entre Valencia y Canfranc por un lado y la costa cantábrica por otro. La nueva línea, que vendría a mejorar y acortar el trazado preexistente, era propiedad de la “Compañía del Central de Aragón”.
Una línea nueva y moderna
Todo en la línea ferroviaria de Zaragoza a Caminreal fue nuevo y moderno, desde la obra civil hasta el material rodante, encargado ex profeso atendiendo a los más avanzados criterios de comodidad y rapidez. En este contexto, la compañía decidió la construcción de nuevas estaciones de pasajeros y mercancías a lo largo de todo el trazado.
Las estaciones intermedias fueron proyectadas por Secundino Zuazo Ugalde, mientras que las de cabecera, es decir, Caminreal y Zaragoza, a las que se quiso dar mayor empaque, corrieron a cargo de Luis Gutiérrez Soto. Ambos arquitectos actuaron con criterios muy similares tanto en lo funcional como en lo formal, dando lugar a un caso de arquitectura ferroviaria única y de enorme interés.
La estación ferroviaria de Delicias está situada en lo que entonces era un entorno prácticamente rural a las afueras de la ciudad. En su diseño, Luis Gutierrez Soto puso especial interés en lo funcional a partir del estudio de la planta. El propio autor destacaría en las publicaciones conmemorativas de la inauguración de la línea, que el principal logro de la estación era la cuidada distribución espacial entre los tres programas existentes: el dedicado a los viajeros, el de los trabajadores de la estación y el de las viviendas de estos mismos trabajadores. La circulación de los tres programas era, en todo momento, independiente.
Además, Luis Gutiérrez Soto quiso huir, deliberadamente, de la estética tradicional de las estaciones de ferrocarril, confiriendo a su proyecto (al igual que ocurriría con todas las otras construcciones de la línea) de un aire moderno, alegre, luminoso y colorista. Los volúmenes son puros y con una tendencia a la horizontalidad muy marcada, que se hace más monótona en el frente hacia las vías, mientras que juega con más volúmenes y trazos de vanos en el correspondiente a la zona de acceso. En este sentido merece una atención especial la torre de tres cuerpos que se levanta en la fachada principal y que viene a romper, aunque con mesura, la horizontalidad del conjunto.
Cabe subrayar la trascendencia que el arquitecto concede a la luz y al color. Su voluntad es infundir tanto entre los trabajadores como entre los viajeros un ambiente de optimismo ligado al concepto de modernidad. Él mismo habla del uso del blanco de las fachadas encaladas, en contraste con el rojo del ladrillo aragonés, el sepia tostado de las tejas y el verde de la carpintería metálica del exterior de la estación. A ello había que unir el muy colorista vestíbulo principal, que contrastaba con la seriedad de las otras estaciones ferroviarias de la ciudad.
En el diseño de la estación ferroviaria de Caminreal se pueden encontrar referencias a la arquitectura racionalista, como ocurre en los vanos circulares o las rejas de tubo cilíndrico, al igual que son evidentes otras que aluden a la arquitectura local. Sin embargo, quizás sea la influencia de la arquitectura Decó la más evidente en el trazado de los volúmenes, en la manera de resolver el encuentro entre los materiales y, por supuesto, en el uso del color.
En esta obra, Luis Gutiérrez Soto consigue una magnífica pieza de arquitectura, funcional y estéticamente, equilibrada formalmente hasta resultar original y fácilmente asimilable por los usuarios. En el contexto arquitectónico zaragozano resulta una obra singular pero no extraña, puesto que sus aportaciones más innovadoras se matizan con las referencias a lo local.