Cine Teatro Goya

IGNACIO MENDIZÁBAL LUJAMBIO. 1929. SAN MIGUEL, 7

Fue diseñado por el donostiarra Ignacio Mendizábal Lujambio en los últimos meses de 1929. En los años anteriores se habían elaborado dos proyectos previos a cargo de Manuel Martínez de Ubago (1924) y Pascual Bravo (1925), pero en ambos casos no se respetaron las normas de construcción para este tipo de locales y debió realizarse este tercer plan.

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El problema radicaba en el hecho de que, por capacidad, el cine “Goya” quedaba incluido en la “categoría B” según el “Reglamento de Policía de Espectáculos”. Esto implicaba que su fachada debía de dar a una vía urbana con una anchura mínima de 15 metros, algo que no cumplía la calle de San Miguel.

Para solucionarla, Ignacio Mendizábal planeó disponer una nave interior, paralela a la calle, de 6’96 metros lo cual, sumado a la anchura de la calle, suponía los 15 metros de distancia entre la sala y la rasante opuesta de la calle.

Art Decó

La fachada del “Goya” es la primera de un cine zaragozano que desarrolla con amplitud su presencia urbana de manera estructural. No se trata de un elemento ornamental superpuesto o del acceso a un pasaje, sino de una transposición de la disposición interna y de las diferentes dependencias del local. Así se destaca en la zona de la calle de San Miguel y en el chaflán el acceso al vestíbulo, abierto por una sucesión de vanos adintelados cubiertos por la correspondiente marquesina. La segunda planta, que interiormente corresponde a una entreplanta para camerinos y almacenes, se abre mediante ventanas de trazo horizontal. La zona superior corresponde al vestíbulo y ambigú del anfiteatro y se resuelve en forma de balcones.

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La horizontalidad de todos estos elementos se compensa mediante el esbelto ventanal situado sobre la puerta del sótano y la disposición en vertical de la rotulación.

En el interior, el cine “Goya” continuaba con el planteamiento estético Decó de la fachada de la calle San Miguel, sobre todo en los elementos ornamentales como apliques, relieves, pintura o las espectaculares vidrieras que alcanzaban su mayor vistosidad en los balcones del vestíbulo superior.

La fachada a la calle Josefa Amar y Borbón presenta un tratamiento claramente diferenciado. Corresponde con la trasera de la caja escénica y se resuelve de manera mucho más sobria, como un muro ciego apenas modulado y con mayor altura que el resto del inmueble, para acoger los elementos escenográficos.

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