TEODORO RÍOS USÓN y JOSÉ DE YARZA GARCÍA. 1950. PASEO DE LA INDEPENDENCIA, 12
En 1950, “Zaragoza Urbana SA”, planteó una importante actuación en paseo de la Independencia que consistía en la construcción de un edificio de viviendas, un hotel, un pasaje comercial y dos cines. En concreto, las salas que se crearían serían los cines “Palafox” (el de mayor capacidad) y “Rex”. De su proyecto se encargarían los arquitectos José de Yarza García y Teodoro Ríos Usón.
Cine Palafox
Proyectado en el mismo año 1950, el cine “Palafox” se convirtió desde su apertura en un referente ciudadano que fue más allá de lo puramente arquitectónico. Su estética decididamente moderna, su elegante sala, su luminosidad y los avances técnicos de los que se dotó, hicieron del “Palafox” un lugar para el encuentro de la sociedad zaragozana y un símbolo de los nuevos tiempos, más alegres, que se anhelaban superada la crudeza de la primera posguerra.
El vestíbulo del “Palafox”, con su hermosa escalera y plataforma de acceso al anfiteatro (quizás el elemento más emblemático del cine) y el mural de Andrés Conejo, remite de nuevo en esta obra en la que también interviene José de Yarza a referentes nórdicos tan del gusto del autor. Es una pieza de diseño delicado, diáfano y colorista en el que se juega hábilmente con las circulaciones de los espectadores.
Accesos y sala
“Palafox” y “Rex” compartieron una novedad tipológica de gran importancia en la evolución de las salas de cine de la ciudad al integrarse en un proyecto, finalmente realizado, de programa residencial, hotelero y comercial.
Ambos cines coincidieron en su acceso con el del pasaje comercial, el “Palafox” hacia Independencia y “Rex” en la calle Cinco de Marzo. Para resolver los problemas que esto pudiera ocasionar, los cines quedaron sobreelevados y su entrada venía precedida de una escalera, que en el caso del “Palafox” alcanza dimensiones notables.
En su interior, el cine “Palafox” destacaba por su amplía sala con capacidad para 1250 espectadores distribuidos en platea, anfiteatro y, recuperando un elemento que parecía ya abandonado en las salas de cine, palcos.
Las instalaciones estaban pensadas para el máximo disfrute de la proyección, con un estudiado planteamiento de la visibilidad, cómodas butacas y una gran pantalla panorámica adaptada al sistema de Cinemascope.
En el diseño de la sala también se tuvo en cuenta la calidad del sonido, un elemento cada vez más importante en las salas cinematográficas. Para lograr los mejores resultados, las paredes laterales se plantearon mediante el principio de “caja de violín”, logrado mediante un revestimiento de chapeado de madera, y la cubierta se diseñó a base de trazos ondulados y acanalados que distribuían el sonido de manera uniforme.
(Fotografías: Gobierno de Aragón, Coyne y Gerardo Sancho Ramo)