JOSÉ BELTRÁN NAVARRO, JOSÉ BOROBIO OJEDA, REGINO BOROBIO OJEDA y RAFAEL FERNÁNDEZ HUIDOBRO. 1943. ISABEL LA CATÓLICA, 3
En 1942 la Junta Central de Protección a los Huérfanos del Magisterio Nacional convocó un concurso de anteproyectos para la construcción de un colegio destinado a los hijos y huérfanos de maestros que sirviera, a la vez, de residencia y edificio escolar.
Del concurso salieron dos proyectos que, a juicio del jurado, reunían condiciones adecuadas y complementarias para el colegio. El primero estaba firmado por Rafael Fernández Huidobro y el segundo por el grupo de arquitectos integrado por José Beltrán y José y Regino Borobio. Como consecuencia, la Junta encarga el proyecto definitivo a los cuatro arquitectos, quienes deben colaborar en su redacción.
El colegio tenía un programa sumamente complejo puesto que implicaba espacios para aulas, dormitorios, comedores, salas de estudio, salas de visita, despacho, biblioteca, pistas deportivas y, por supuesto, capilla, entre otras dependencias.
Como no podía ser de otra manera teniendo en cuenta los criterios educativos de la época, la separación en pabellones para chicos y chicas es absoluta, duplicándose en gran parte el programa constructivo. Mención especial merece, sin embargo, la capilla que ocupa, como es habitual en los proyectos del momento, el espacio central y más destacado del conjunto.
El resultado es un complejo constructivo de gran volumen y compleja articulación en función tanto de la separación de sexos como de la jerarquización de espacios y su división entre los de carácter escolar y los de la residencia.
Regino Borobio Ojeda tenía una amplia experiencia en la proyección de edificios escolares puesto que ocupó el cargo de arquitecto escolar de las provincias de Huesca y Zaragoza desde la década de los años 20. Como tal había diseñado no sólo multitud de colegios rurales sino también otros de carácter más urbano, escuelas graduadas, e incluso institutos de segunda enseñanza como el de Calatayud o el finalmente no construido para Zaragoza.
Más próximo en el tiempo al Colegio de Nuestra Señora del Pilar, y en parte coincidente cronológicamente, es el trabajo que Regino Borobio comparte con José Borobio y José Beltrán en diferentes proyectos para la Ciudad Universitaria de Zaragoza.
De todo ello se aprecia huella en este colegio para huérfanos de hijos del Magisterio, sobre todo por lo que respecta a la ordenación clara, simétrica y jerarquizada de los espacios. Su funcionalidad y carácter práctico.
Exteriormente el uso masivo del ladrillo, la manera cómo se relacionan los volúmenes, el juego de alturas, la disposición de los pabellones perpendiculares y paralelos al paseo de Isabel la Católica, son aspectos que encajan en el conjunto de los proyectos escolares de Beltrán y los Borobio. Formalmente hay, sin embargo, una mayor depuración que puede deberse a la intervención de Fernández Huidobro.
Perdida su función original, el colegio ha sido reutilizado en parte para las instalaciones del instituto de Secundaria Miguel Catalán y para la ampliación de las dependencias de consultas externas del Hospital Miguel Servet, lo que da idea de la ambición del proyecto inicial.
(Fotografía: Coyne. Gobierno de Aragón)