REGINO BOROBIO OJEDA. 1925. BILBAO, 10
La categoría de la obra de carácter escolar de Regino Borobio queda al margen de toda duda. Desde pequeñas escuelas rurales hasta grandes complejos urbanos. Desde colegios de educación primaria hasta facultades universitarias. Centros públicos y privados. Todo el amplio repertorio que puede considerarse dentro de esta tipología es abordado por el arquitecto zaragozano con amplitud y general acierto.
El colegio La Enseñanza es uno de los ejemplos más conocidos de la arquitectura escolar de Regino Borobio Ojeda. Proyectado a partir de 1924 (aunque el diseño definitivo es de 1925) tenía como misión responder con funcionalidad y economía a un colegio de amplio programa situado en plena trama urbana zaragozana, próximo a la plaza de Aragón.
La necesidad de afrontar una obra ambiciosa con el menor gasto posible hace que Borobio diseñe una obra sobria lo que, lejos de restarle valor, hace que en ella se apunten algunas de las virtudes de sus mejores obras de la década siguiente. Y esto ocurre en un momento en el que Borobio está inmerso en obras en las que la presencia de lo histórico es muy fuerte: la restauración del castillo de Olite y la construcción de la Casa Faci del paseo de Sagasta.
Esto prueba la versatilidad del trabajo de Borobio que en La Enseñanza demuestra otra de sus grandes virtudes: la atemporalidad. Esta capacidad para superar el paso del tiempo hace que La Enseñanza pueda aparecer ante el observador como un edificio mucho más reciente que lo que en realidad suponen sus casi cien años de antigüedad.
En La Enseñanza, Borobio demuestra su habilidad para que el uso masivo del ladrillo y la ausencia de elementos añadidos no suponga monotonía. Así, las fachadas se animan gracias a amplitud y reiteración de los amplios ventanales y a la utilización de pilastras que recorren en altura los muros. La articulación del encuentro de las ambas fachadas del edificio en el chaflán retranqueado es muy efectiva y mejora el porte del edificio a la vez que ordena y potencia el acceso al interior. Es en el cuerpo de entrada al colegio en el único en el que se permite el autor algunos detalles más animados dentro de la sobriedad general del diseño.
En su distribución interior, el edificio adopta una planta en V con dos alas correspondientes a las calles de Bilbao y Canfranc. En la crujía de la primera se sitúan las aulas, mientras que en la segunda se disponen los espacios auxiliares como despachos, salas de visita o comedor. Entre ambas alas, y ocupando el espacio central como es habitual en los colegios religiosos se sitúa una amplia capilla de planta de cruz latina.
En el interior destaca el interés de Regino Borobio por la funcionalidad del edificio: la claridad de circulaciones, la luminosidad, la ordenación de los espacios y la importancia concedida a las instalaciones higiénicas, son ejemplos claros de esta preocupación del autor, muy por encima de lo habitual en su momento.
El edificio de La Enseñanza sería posteriormente ampliado aunque con el cuidado suficiente como para que se pueda seguir valorando el proyecto inicial de Regino Borobio Ojeda.
Es una buena construcción, para mi, sin duda, embellece la ciudad. Pero no tanto por los rasgos funcionalistas y minimalistas que pueda tener, sobretodo en las naves laterales, sino precisamente por lo contrario, por lo que tiene de riqueza compositiva en sus elementos formales, sobretodo el torreón central, no exento de ornamentación, ( pilastras, molduras, rejas de forja, bello arco de entrada con escaleras, alero voladizo, acceso ajardinado) por su materialidad tan característica de esta ciudad, con el patrón que conforma su aparejo a lo largo de sus tres volúmenes, a lo que se añade los matices y texturas propias del ladrillo y algunas labores que embellecen los vanos y que contrastan con la materialidad del zócalo y de los recercos de los vanos, por los contrastes que producen elementos entrantes y salientes, por como juega con los volúmenes creando una composición simétrica en espejo con el torreón central sobresaliendo sobre las naves laterales, o por como hasta las sobrias y más monótonas naves laterales se atienen a una composición clásica que no renuncia a contrastes estructurales y materiales en su eje vertical y horizontal , con su zócalo de piedra con vanos con rejas de forja, cuerpo central con distintas labores de ladrillo y pilastras que ordenan los vanos y alero voladizo. Hay cierta riqueza en los distintos órdenes en los que se desenvuelve la composición que disimulan muy bien sus carencias. Discrepo en su «atemporalidad». Me parece una obra que es perfectamente ubicable en el tiempo e incluso autoría, con ese racionalismo, en este caso preracionalismo, regionalista tan característico de los Borobio. Y que si pudiera pasar por actual, como sinónimo de «atemporalidad», en cuanto a los elementos racionalistas, minimalistas, funcionalistas, que se atisban, lo sería porque son los estilos hegemónicos desde los años 30 hasta ahora. quizás por lo que supone en minimización de costes y maximización de beneficios, pero no es ninguna corriente atemporal, ni es el fin de la Historia de la arquitectura.
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Muchas gracias por su amable y extenso comentario que sin duda ayuda, y mucho, al conocimiento de la arquitectura zaragozana del siglo pasado. Un saludo.
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