MIGUEL ÁNGEL NAVARRO PÉREZ. 1915. PLAZA DE SALAMERO
En apenas dos años, entre 1915 y 1916, Miguel Ángel Navarro llevó a cabo dos importantes actuaciones escolares para la orden de las Escuelas Pías, reformando tanto su colegio femenino en la plaza de Salamero, como el masculino en la calle de Conde de Aranda, ambos situados a muy corta distancia.
El edificio del colegio de las Madres Escolapias destacaba por su espectacular fachada hacia la plaza. De dos alturas sobre semisótano, está construida casi enteramente en ladrillo. El tratamiento formal se inspira en la arquitectura medieval que Miguel Ángel Navarro demuestra conocer muy bien en estos comienzos de su carrera profesional.
Las formas van adquiriendo intensidad ornamental en altura. Así, frente a la sencillez de los vanos rebajados del semisótano, y algo más decorados arcos de medio punto en la primera planta, en la segunda y el remate el repertorio decorativo es magnífico. Las ventanas bíforas se cierran también en arco de medio punto, pero en este caso presentan una tracería goticista que apoya sobre finas columnillas. La separación entre los vanos se enriquece con el uso de columnas entregadas y pareadas. A su vez, un friso de barquillos ciegos de medio punto conecta con el remate.
Éste retomaba la inspiración goticista tanto en los pináculos como en el antepecho y se delimitaba con sendos motivos heráldicos muy destacados.
En el interior el programa era amplio y complejo como correspondía a la voluntad de la orden en sus construcciones escolares: aulas, dormitorios, comedores, salas de visita, salón de actos… Navarro debe dar respuesta a estas necesidades y, aunque no lo hace con la eficacia que demostrará en la década siguiente en construcciones como el grupo escolar Joaquín Costa, se aprecia su voluntad de funcionalidad, matizada por lo abigarrado de la decoración de los espacios más públicos como la sala de visitas.
En el año 1948 el colegio de las Madres Escolapias sería objeto de una gran ampliación y remodelación que afectó al edificio de Miguel Ángel Navarro, tanto en su exterior como, sobre todo, en el interior. De esta actuación se ocuparon Teodoro Ríos Balaguer y Teodoro Ríos Usón.