Colegio de las Madres Escolapias

TEODORO RÍOS BALAGUER y TEODORO RÍOS USÓN. 1948. TENIENTE CORONEL VALENZUELA, 2

Tras la guerra civil, los colegios religiosos experimentan un importante crecimiento como consecuencia de un clima social muy favorable. Son muchas las órdenes que reforman sus instalaciones, las amplían o construyen obras nuevas.

Entre las que amplían y modernizan sus instalaciones está el colegio de las Madres Escolapias.

En 1915 Miguel Angel Navarro había llevado a cabo una amplia e interesante intervención que tendría, y sigue teniendo, como elemento más característico la fachada goticista hacia la plaza de Salamero.

Casi mediado el siglo XX, la actuación de Navarro había quedado insuficiente y, sobre todo, obsoleta, para las nuevas necesidades del colegio. Por ello, en 1948 la orden encarga a Teodoro Ríos Balaguer y Teodoro Ríos Usón un importante proyecto de ampliación y reforma. que dispondría su fachada principal hacia la calle del Teniente Coronel Valenzuela, con fachadas menores a las plazas de Salamero y San Roque.

Frente a las dos alturas del edificio preexistente, el nuevo colegio se eleva cinco plantas sobre la calle. Todo él está construido en ladrillo a cara vista, aunque el tratamiento difiere del nivel inferior, a base de bandas y marcando el dintel, respecto del resto de los muros, más sobrios.

Las más de tres décadas que separan el trabajo de los Ríos respecto del de Navarro, se evidencian en una contención mucho mayor a la hora de recoger referencias historicistas. Esto, además de significar una alteración de la fachada de Miguel Ángel Navarro, se aprecia en la limitación de los lenguajes históricos a los dinteles de los vanos y sobre todo, la zona de acceso con el balcón principal. Se utilizan ahora tímpanos de inspiración barroca frente al medievalismo de la fachada de la plaza de Salamero.

En su planta superior, el edificio se abre en una generosa galería que sirve para restar peso visual al conjunto y prestarle una cierta gracia.

En el interior, los arquitectos deben responder a la complejidad de programa que caracteriza a este tipo de colegios que, junto a lo meramente escolar, deben contener residencia para estudiantes y religiosas, comedores, salas de visitas, salón de actos, etc. El paso del tiempo respecto del edificio de Miguel Ángel Navarro permite observar un mayor empaque y funcionalidad de las instalaciones, así como una mayor atención a los espacios más puramente educativos.

(Fotografías: Ayuntamiento de Zaragoza)

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