Casa de Basilio Paraíso Labad

MARCELINO SECURUN ORGA. 1931. BARRIO DE TORRERO

En el mes de abril de 1931, apenas dos semanas después de proclamada la II República, el industrial zaragozano Basilio Paraíso Labad presentó a la aprobación del Ayuntamiento de Zaragoza este proyecto para construir un pequeño chalé en una parcela del barrio de Torrero sin especificar.

El proyecto corrió a cargo de Marcelino Securun Orga, un arquitecto que en sus veinticinco años de ejercicio profesional (entre 1909 y 1934) evolucionaría desde planteamientos aún ligados al eclecticismo hasta formas más próximas a la arquitectura moderna, sobre todo a partir de este trabajo.

La casa para Basilio Paraíso estaba concebida como una residencia de descanso situada en la zona rural más elevada próxima al casco urbano. Su residencia principal se mantuvo en la calle de Ponzano, por lo que las necesidades espaciales y funcionales no eran excesivas. Así, la construcción, constaba de semisótano y dos alturas, de las cuales la planta calle ocupaba 114 metros cuadrados, mientras que la superior estaba casi enteramente dedicada a terraza y tenía una única estancia de 38 metros cuadrados. A esto había que sumar el garaje, un elemento que en las construcciones burguesas de los años 30 comenzaba a resultar cada vez más preciso por la extensión del uso del automóvil.

La distribución interior seguía un orden muy jerarquizado. En el semisótano se ubicaban la despensa, cuarto de calefacción, cocina y «cuarto de criadas». En la planta calle un amplio hall con mirador curvo daba paso al comedor y a dos amplios dormitorios con un baño. En la superior, se disponía un único gabinete con baño de planta circular. El resto era terraza.

La vivienda se inscribía en un terreno triangular totalmente ajardinado siguiendo un modelo geométrico de parterres con pérgolas.

En el diseño del conjunto resulta evidente la voluntad de Marcelino Securun por acercarse a los modelos de residencia unifamiliar que los aires de renovación arquitectónica estaban proponiendo desde la segunda mitad de la década anterior. Este es su principal valor: dejar constancia de la relativa extensión de una nueva imagen de la vivienda unifamiliar, no sólo de alto poder económico, en los años previos a la guerra civil.

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