MANUEL MARTÍNEZ DE UBAGO LIZÁRRAGA. 1913 y 1916. PASEO DE PAMPLONA, 3
El edificio original fue proyectado por el arquitecto madrileño Francisco Gutiérrez para José María Rodríguez Lacomme en julio de 1899. Se trataba de uno de los característicos palacetes que la alta burguesía zaragozana gustó de levantar en la plaza de Aragón y sus alrededores.
La zona, en la que se incluía el paseo de la Lealtad, que posteriormente había de denominarse de Pamplona, era por entonces un área que se consideraba alejada del núcleo urbano y que, por lo tanto, aún no gozaba de las infraestructuras y comodidades de este.
La construcción era de dos plantas y poseía un carácter alegre y, a la vez, elegante. Su fachada estaba tenía una composición tripartita, con un cuerpo central abaldonado y los laterales, simétricos, estaban abiertos en vanos más sencillos.
Los primeros años del siglo XX son los del triunfo del Modernismo y, en consecuencia, del gusto por la decoración exuberante, los trazos sinuosos, las referencias a la naturaleza… Todo ello tuvo su máxima expresión en la ciudad con la Exposición Hispano-Francesa de 1908, en la que llamó la atención el hermoso kiosco para la música proyectado por los hermanos Martínez de Ubago.
En 1913, Manuel Martínez de Ubago proyectó una primera reforma en la que apenas interviene en el edificio de Francisco Gutiérrez, pero en la que ya incorpora elementos de cerrajería «coup de fouet», sobre todo en los vanos laterales de la fachada principal.
Tres años más tarde, en 1916, el propio Manuel Martínez de Ubago llevaría a cabo otro proyecto de reforma para el edificio del paseo de Pamplona nº 3. En este caso, la intervención es más profunda, suponiendo, entre otras cosas, la elevación de una planta más y la incorporación de un mirador acristalado y abundante trabajo de rejería en la zona izquierda de la fachada.
Esta actuación modifica sustancialmente la imagen del edificio puesto que rompe con la composición armónica y tradicional del proyecto de Francisco Gutiérrez, para apostar por una más moderna y movida, rotundamente asimétrica, que enlaza con el gusto más próximo al tardo Modernismo.
En posteriores actuaciones se volvería a modificar la estructura interior y aspecto exterior del edificio a fin de adaptarlo a los gustos y las necesidades de sus posteriores propietarios.
(Fotografías: Alberto Chóliz Comps)