Santa Joaquina de Vedruna, 14

ANTONIO CHÓLIZ ALCRUDO. 1948. SANTA JOAQUINA DE VEDRUNA, 14

Durante la década de los años 40 comienza la construcción del ensanche burgués delimitado por el paseo de la Constitución, camino de las Torres y paseo de las Damas. De alguna manera, se convierte en la prolongación natural del ya prácticamente rematado que se levantaba en torno de la plaza de los Sitios.

Uno de los primeros edificios que se construyen en la zona es este edificio de viviendas situado en la calle de Santa Joaquina de Vedruna número 14, con fachada a la calle de León XIII, es decir, en pleno núcleo del nuevo espacio de expansión urbano.

El edificio se acogió a la Ley de viviendas bonificables de 1944 por la que se pretendía favorecer la construcción de viviendas para las clases medias y medio-altas como consecuencia de la escasez derivada del periodo de la guerra civil y primera posguerra. Como ejemplo de este tipo de construcciones fue recogido este inmueble por la Revista Nacional de Arquitectura en su número dedicado a la arquitectura zaragozana en el año 1949.

El inmueble consta de siete plantas compuestas de manera que las dos inferiores actúan como basa, de la tercera a la sexta como cuerpo del edificio, mientras que la superior (ya sobre el alero) acoge las viviendas auxiliares que se combinan con terrazas.

Visualmente es un edificio que enlaza con la arquitectura enfática y de gusto clasicista que tanto desarrollo tuvo en la ciudad durante la década de los años 20. La composición en altura y la articulación de miradores, balcones y ventanas de las fachadas van en esta línea en la que, además, se inscribe la limitación del ladrillo a cara vista a algunos estilizados paños (mientras que el resto queda revocado) y el recurso de elementos formales como las balaustradas o la puerta de acceso a las viviendas con su guarnecido y tímpano curvo y partido de gusto barroquizante.

Las viviendas, dos por planta, son amplísimas y se disponen en un solar prácticamente cuadrado en torno a un amplio patio interior. Cada vivienda consta de ocho o nueve piezas, además de cuarto de baño, retrete y cocina. En la distribución queda claramente patente la presencia de una zona para la familia y otra para el servicio, con escaleras de acceso independientes. El edificio disponía de dos ascensores.

Tanto en su tratamiento formal como en las características de las viviendas y en su emplazamiento en la trama urbana, queda de manifiesto el público al que iban dirigidas, algo que queda especialmente de manifiesto si se comparan con otras promociones de la época como el grupo de viviendas Francisco Caballero o el grupo que el propio Antonio Chóliz proyecta para la calle Arzobispo Apaolaza, destinadas a clases sociales más modestas.

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