JOSÉ BELTRÁN NAVARRO. 1946. GRAN VÍA, 11
La construcción del bloque de viviendas de Gran Vía 11 fue fruto de una promoción particular denominada Sociedad Inmobiliaria Avenida Calvo Sotelo núm 11 S.A., constituida expresamente para esta construcción. La obra tiene un programa complejo que incluye 145 viviendas, 136 departamento para oficinas, 7 locales comerciales en la planta calle y un mercado con 21 puestos de venta.
Su volumen es muy generoso y venía acompañado de una gran ambición en cuanto a las que debían de ser las características y calidades del inmueble que se convertía así en uno de los más selectos de la Zaragoza de su momento. La situación en la trama urbana, con una de sus fachadas hacia el amplio paseo de la Gran Vía, y laterales hacia las calles de Mariano Royo y Arzobispo Domenech, permite una altura de 10 plantas sobre el nivel de la calle (salvo en la zona más interior de las calles que tiene 6), a las que había que sumar el mercado y el garaje que aprovechan una cota bajo rasante de 5 metros.
La presencia del garaje da idea, teniendo en cuenta la fecha del proyecto, de la categoría con que se planteó el inmueble que, además, contaba con todas las comodidades y calidades a que podía aspirarse en el momento. Todos los detalles del diseño van en esta misma línea. Así, aunque la fachada al paseo es la de menor longitud, el único acceso a las seis escaleras de que dispone el edificio se sitúa hacia la Gran Vía, con la intención expresa del autor de que esto supusiera el consiguiente aumento de valor de las viviendas. Esta entrada tiene, además, un tratamiento formal muy expresivo.
En su distribución interior, el edificio se organiza en torno a seis amplios patios rectangulares que facilitan una disposición ordenada y regular de las oficinas y viviendas. La planta baja está dedicada a locales comerciales en su fachada hacia el paseo y a viviendas en las calles laterales. Las plantas segunda a quinta tienen un programa doble de oficinas y viviendas. Las superiores están dedicadas a viviendas, incluida la del remate en la que se alternan viviendas y terrazas con pérgolas.
Formalmente el edificio es relativamente sobrio, careciendo de elementos decorativos salvo en la puerta de acceso que se ennoblece con una ornamentación clasicista de columnas pareadas con entablamento. El resto de las fachadas fía la composición a la disposición de los vanos (siempre adintelados y mayoritariamente ventanas), al juego de los miradores y a la alternancia material del aplantillado en bandas y el ladrillo a cara vista.
Un último detalle de interés es la manera como el arquitecto resuelve la esquina entre la Gran Vía y la calle de Mariano Royo que, por su disposición muy angulada tiene una particular presencia.