RICARDO MAGDALENA TABUENCA. 1907. PLAZA DE LOS SITIOS
El Pabellón Central o Pabellón de Alimentación fue el más importante de los construidos con carácter provisional por iniciativa del Comité Ejecutivo de la Exposición Hispano-Francesa de 1908. De su proyecto se encargó, en su condición de arquitecto jefe de la muestra, Ricardo Magdalena Tabuenca.
Por su carácter provisional, fue construido enteramente en adobe y en apenas unos meses, entre noviembre de 1907 y abril del año siguiente. Tenía unas proporciones destacables, con una planta rectangular de 70 por 25 metros y una altura máxima de 13 metros. Dada su importancia se edificó en un espacio privilegiado, justo frente a la puerta de acceso al recinto, cerrando la denominada Avenida Central.
Exteriormente llamaba la atención por su imponente arco de entrada abierto entre dos torreones. A ambos lados se disponían sendas logias adinteladas y apoyadas sobre columnas de fuste anillado, en las que durante la muestra se exponían productos agrícolas de la zona. La gran nave, de profusa decoración, se remataba con una gran corona central ornamentada con almenas. Interiormente el pabellón quedaba centrado mediante una rotonda (apoyada sobre arcos de herradura rebajados) a cuyos lados discurrían naves tripartitas de igual anchura.
Todo el pabellón estaba profusamente decorado mediante motivos muy variados: vegetales, cintas, medallones…, de imaginativo trazo. Estaba, además, policromado, lo que ayudaba a conferirle una gran riqueza y alegría.
En definitiva, el Pabellón Central era un edificio ecléctico desde el punto de vista de la gran variedad de elementos formales, de procedencia muy diversa, que Ricardo Magdalena utiliza con sabiduría. Pese a ello, el planteamiento desenfadado, profusamente ornamental y sólo indirectamente vinculado a los lenguajes históricos, lo acercan hasta los límites del Modernismo, estilo ligado a la imagen del éxito de la Exposición.
Este es uno de los pabellones, que consta, se quiso salvar, junto al casino ( que duró bastantes años después de la Exposición) y cuya pérdida fue lamentada por el profesor Federico Torralba en uno de sus escritos. Joyas como esta se podrían reconstruir en el parque Labordeta dentro de un proyecto de creación de un «pueblo aragonés o español» al modo del de Barcelona o el de Bucarest, proyecto ya esbozado con el proyecto inconcluso de la casa Ansotana y la casa de Albarracín, donde se recuperaría su valor arquitectónico y artístico y nos permitiría disfrutar de su contemplación, además de los beneficios económicos e inmateriales que generase esta inversión.
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