IGNACIO MENDIZÁBAL LUJAMBIO. 1932. BILBAO, 8
Las imponentes formas de lo moderno
El frontón fue uno de los espectáculos favorito del público durante las décadas centrales del siglo XX en España. Para responder a esa afición, en Zaragoza se construyeron dos recintos durante la década de los años 30, el “Frontón Emendek” de 1931, y el “Frontón Aragonés” construido dos años más tarde. Ambos fueron obra del arquitecto donostiarra Ignacio Mendizábal Lujambio.
El “Frontón Aragonés”, una imponente construcción con fachada a las calles de Bilbao y Albareda (de nuevo trazado y habilitada sólo para acceso al frontón) destacaba por la modernidad de sus líneas. El gran volumen de sobrias líneas apenas concedía como concesión a lo ornamental el relieve que, a media altura y en esquina, representaba temas del deporte de la pelota. Las ventanas, con una cierta tendencia al formato en “longueur” en la fachada a la calle de Albareda, adquirían así un insospechado protagonismo decorativo. Otro elemento de interés constructivo era la gran cubierta, abierta en lucernario, que desde el exterior aparecía como un elemento en sucesivo retranqueo.
El resultado era un edificio de líneas sobrias y de una modernidad indudable en su volumetría rotunda y bien resuelta.
Las instalaciones
El frontón propiamente dicho era una gran instalación con capacidad para más de 1.000 espectadores entre las gradas y las tribunas, con iluminación natural cenital y de focos para la noche.
En el sótano, el edificio contaba con un enorme salón de fiestas con tribuna, que normalmente se usó para grandes bailes. En los pisos superiores estaba la residencia para los pelotaris que vivían en ella a lo largo de toda la temporada de competición.
(Fotografías: Marín Chivite)