Arzobispo Apaolaza, 31-39

ANTONIO CHÓLIZ ALCRUDO. 1940. ARZOBISPO APAOLAZA, 31-39

Al terminar la guerra civil los nuevos dirigentes políticos se enfrentaron a la escasez de vivienda para las clases urbanas menos favorecidas como uno de sus principales problemas.

Conscientes de la urgencia y la gravedad del problema, desde muy pronto se dictan disposiciones normativas y se llevan a cabo un buen número de iniciativas tanto desde el gobierno como desde las administraciones locales.

En el caso de la ciudad de Zaragoza, algunas de las más interesantes de estas promociones se llevarán a cabo dentro del área de Miralbueno del Plan General de Ensanche redactado por Miguel Ángel Navarro Pérez en 1934. La más conocida de ellas es el grupo de viviendas de iniciativa municipal Francisco Caballero proyectado por Alejandro Allánegui y José de Yarza.

A poca distancia y de manera casi simultánea, el arquitecto Antonio Chóliz Alcrudo proyectó esta otra promoción en los números 31 a 39 de la calle de Arzobispo Apaolaza. Aunque con indudables paralelismos entre ambos proyectos, este es menos ambicioso y no ocupa una manzana completa como el del grupo Francisco Caballero. Lo que se plantea es un bloque pastilla con amplio frente a la calle y una segunda fachada interior abierta a un gran patio de manzana.

El grupo de Arzobispo Apaolaza comprende cuarenta viviendas dispuestas entre los números 31 y 39 de la calle. Fue proyectado en el año 1940 aunque su construcción fue lenta y para su venta tuvo que acogerse a la Ley de viviendas bonificables del año 1944 que tenía como objetivo establecer un mercado de viviendas de alquiler con futura propiedad para las clases medias.

El bloque consta de cuatro plantas de altura. En la planta calle se alternan las viviendas con los locales comerciales. Las puertas de acceso y los locales se marcan mediante arco de medio punto. El resto de los vanos, en todas las plantas, son ventanas adinteladas. El arquitecto juega con las distintas proporciones en ellas para animar y componer la fachada, agrupando en series de cuatro las más pequeñas y apoyando sobre ménsulas las mayores.

Toda la fachada está enlucida lo que aumenta la sensación de uniformidad y sobriedad.

Los pisos tipo constan de tres dormitorios, comedor, cocina, aseo con ducha, despensa y galería. Las piezas están dispuestas con regularidad y apenas necesitan de espacio de distribución. Como es norma habitual en este tipo de construcciones de la posguerra, las viviendas no contaban con ascensor.

(Fotografías: Revista Nacional de Arquitectura, nº 95, 1949)

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